Decía un brujo histrión que todo teatro es experimental o no es teatro; por ello cuando se habla de un laboratorio escénico podría parecer ocioso o al menos reiterativo el termino, sin embargo es justo al plantearse la exploración de aquello que, latente de su puesta en prueba, propone a quienes suscitan el fenómeno del teatro (actores, directores, escenográfos, productores, etc.) el camino de nuevas voces.
El drama, como escritura escénica, no es otra cosa que el detonante de un discurso a completar en la imaginación constructora de universos infinitos de un director, en la sangre del actor que en su aliento nos comparte misterios siempre escondidos entre líneas y que en conjunto con innumerables personas más, ofrecen un momento de quietud para que los espectadores atisbemos un mundo donde reencontrarnos.
Sea pues bienvenido, cómplice, al atestiguamiento de estos primeros pasos de aquellos que andamos una vez más la senda inacabable del señor teatro.
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